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viernes, 13 de junio de 2008

EL CARNAVAL DE LOS CIEGOS


Existe en este mundo una fiesta común a todos sus habitantes, anestesia necesaria ante tantas desgracias exógenas, extraterrestres que causan todos los males. Porque aquí, en la tierra, todos hacen lo mejor por estar en el desfile, todos piensan que todos deberían estarlo… ¿Sí?

Periódicamente diversos seres preparan con anticipación sus trajes, sus coreografías, sus himnos, sus ritos… Periódicamente se agrupan de acuerdo a su estatura… Periódicamente advierten sus diferencias reales… Y periódicamente se ríen o lamentan por ellas… Todo periódicamente explicitado en el carnaval ciego.

Cuando llega el día en que todos están en desacuerdo con las condiciones de los preparativos del evento, se arma un quilombo y todos salen a las calles.

Obviamente hay diferentes tonalidades de quejas…

Los primeros en presentar su número son aquellos que se arrastran por el suelo o tienen las piernas tan cortitas que lo están rozando constantemente con los nudillos. Sus saltitos espasmódicos recuerdan al maíz pisingallo cuando comienza a explotar en una olla cerrada, que no lo deja liberarse en su trayectoria espontánea hacia quién sabe donde. Son incontables, y como casi nunca llegan a la meta se hacen desconocidos en el transcurso de la marcha.

Le siguen aquellos enanos que creen superar ampliamente a los arrastrados pero, para cualquier otra cosa que no sea burlarse de estos deben mirar hacia arriba… Cada vez más arriba… Filosofan, siempre mirando al cielo, se preguntan qué habrá por allá… Sus bailes los dedican a adorar aquello que les ha dado existencia, supuestamente vida, pero que es invisible a sus ojos. Como están casi siempre “mirando” hacia lo desconocido sus pasos son un poco más medidos, pero torpes inevitablemente, porque no importa (para ellos) dónde ponen sus pies para ir… Lo importante es llegar, haciendo el mayor esfuerzo.

Por último están los gigantes, o aquellos que consiguieron zancos y van por la vida comiendo las supuestas nubes de algodón de azúcar que ven los de abajo… Transcurren sus andanzas admirando la libertad de las aves, increíblemente más arriba… Pero no necesariamente mejor. Ellos salen una vez cada largos períodos de sus castillos de cristal, con sus brillantes trajes de riqueza robada de paraísos en extinción encegueciendo el paisaje de luz inventada. Los enormes o alargados oportunistas aceptan estar al último, para que el resto vea la meta o lugar final del desfile, pero “distraidamente” sus coreografías aplastan a muchos, por lo que llegan primero para ser exclusivamente el símbolo de la hipocresía.

LA DIFERENCIA DE ALTURAS ES TAN GRANDE QUE SEPARA, QUE PRODUCE IGNORANCIA, QUE DIFICULTA LA COMUNICACIÓN ENTRE UNIVERSOS LEJANOS PERO INTERDEPENDIENTES, PRESENTES EN UN MUNDO ÚNICO Y AGRIETADO.




Analuz


3 comentarios:

lucas ignacio dijo...

esa diferencia de alturas no permite ver al que le sobra el hambre de otras personas.

Franco Mar dijo...

Realmente sería muy bueno que nos saquemos todos los disfraces por unos días aunque sea... pero creo q estamos condenados a esta fiesta que solo termina con la muerte.
Mientras tanto a veces, dejamos caer la careta... y "somos" por un rato...

Buenisimo analuz, suert! tamos en contacto q tenemos q escribir lo de los miedos todavia =p

LLantoGrís dijo...

"... sólo comenzamos a morir cuando nos convencen de que no podemos crecer más."

Ya postearé el texto completo.
Las palabras "carnaval" y "ciego" describen el mundo de hoy. Lleno de disfraces, ruidos y grupos que entre sí sólo compiten, pero que solos no valen nada.

Mis felicitaciones.